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“Chile tiene un problema de reconocimiento de su propia identidad pluricultural y latinoamericana”

Felip Gascón i Martín es doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha (UPLA) y es uno de los speakers de Encuentros Barcelona 2016.

¿Qué opinión tiene usted del modelo educativo chileno?

El modelo neoliberal heredado de la dictadura cívico-militar ha generado las mayores contradicciones en el sistema educativo en todos sus niveles, al promover la libertad de enseñanza como principio de reproducción de la hegemonía clasista, la desigualdad y la estratificación social. Bajo esa inspiración, que contradice el derecho a la educación como un derecho humano fundamental, grupos económicos privados consolidados y emergentes, que atraviesan el arco político, provocaron la  normalización del lucro, como también la transnacionalización y especulación de grandes holdings educativos.

El Estado transicional se hizo cómplice de la situación conservando ese statu quo, normalizándolo, reproduciendo el abandono material de la educación pública, con una educación básica y secundaria municipalizada y precarizada según la estratificación socio-económica de cada comuna. El sistema de educación superior resulta altamente fragmentado y desigual si se considera la existencia de centros de formación técnica, institutos profesionales y universidades públicas, tradicionales y privadas.

Especialmente desigual, como consecuencia de la regionalización del histórico modelo de universidades nacionales, junto a la matriz económico política centralista y neoliberal que, bajo la lógica del capitalismo cognitivo,  desarrolla su concepto de mercado educativo: estratificado, focalizado, dependiente de una lógica competitiva y clientelista por los recursos siempre escasos, que afecta especialmente a las universidades de las regiones. Es desde esa perspectiva que resultan totalmente justificadas y pertinentes las movilizaciones estudiantiles, que tuvieron su clímax en 2011, pero que se vienen desarrollando desde mediados de los ’90, reivindicando el derecho a una educación pública, democrática, gratuita y de calidad.

¿La sociedad chilena se encuentra en un estado de desenfreno aspiracional?

No creo que esa afirmación pueda generalizarse al conjunto de la población, con mayor razón cuando observamos las profundas desigualdades que existen en el país, la concentración de riqueza y los niveles de inequidad en el reparto no sólo económico, sino también en el acceso a derechos fundamentales, como lo son la educación, la salud, la vivienda, los derechos al trabajo y a la jubilación dignos; la cultura, las artes, la recreación, los medios y tecnologías de información y comunicación.

En suma, en Chile habitan, pero con evidentes dificultades de convivencia, múltiples comunidades e imaginarios. Por cierto que existe la metáfora del “Chile modelo”, de transición pacífica, de estabilidad, de economía emergente, modernidad, integración a la globalización, de eficiencia y tecnocracia, entre otros aspectos. Y esa metáfora, sin duda, convoca al aspiracionismo, al  arribismo como se dice popularmente, mediante un consumismo con ribetes coloniales y metropolitanos, que es sabiamente promovido por la publicidad y el marketing sin control público, en connivencia con un sistema financiero que articula sus altas tasas de interés, casi de usura, desde poderosos holdings y monopolios que controlan el retail, las farmacias, los sistemas de salud, educación, comunicación, etc.

Chile tiene un problema de reconocimiento de su propia identidad pluricultural y latinoamericana, un problema de colonialidad en el pensamiento y clasismo en su acción. Para lograr una sociedad más dialogante, participativa e integrada se requiere primero sanar las heridas históricas aún abiertas por el desconocimiento de una sociedad de derechos, de todos aquellos derechos humanos que se siguen negando en muchas esferas de vida cotidiana, a colectivos de hombres y mujeres de distinta condición y orientación. Sin ese reconocimiento, la eficacia simbólica y material del discurso o la imagen de país desarrollado, simplemente seguirá siendo una metáfora del marketing.

¿Los medios de comunicación en Chile contribuyen en la estigmatización o en la criminalización de la pobreza?

Por cierto que sí, y no solamente de la pobreza, sino como te decía recién de las diferencias. Los pobres solamente tienen nombre y apellidos en las páginas de sucesos, dice una vieja sentencia periodística. De lo contrario forman parte de las estadísticas, no son personas como tú, como yo, como  cualquier otro investido de humanidad, sino que los medios los convierten en temas, en solo iniciales, en víctimas, no importa que sean culpables o inocentes, siempre víctimas, estereotipos instituidos, legitimados y útiles. Pobres, delincuentes, indígenas, encapuchados, jóvenes, violentistas, terroristas, antisociales, emigrantes, homosexuales, desequilibrados, marginales, son solamente algunas de las adjetivaciones instrumentales con que los medios estigmatizan el imaginario colectivo sobre la pobreza, adjetivaciones que difícilmente las asocian a la riqueza. Porque además, la delincuencia de cuello y corbata a veces se castiga condonando impuestos o con sanción de seguir un curso de ética.

¿Qué le parece la Conferencia Internacional Encuentros Barcelona como instancia para debatir sobre la equidad social?

Los encuentros académicos internacionales siempre son buenas plataformas para profundizar en el conocimiento de problemáticas complejas, frente a las cuales existe investigación, experiencias comparadas y propuestas que pueden ser replicadas teniendo en cuenta las particularidades y pertinencia de cada contexto específico.

La participación en la Conferencia Internacional Encuentros Barcelona de la Ministra de Educación y de parlamentarios chilenos, junto a un destacadísimo elenco de científicos de diversas áreas, entre ellos varios premios Nobel y premios nacionales, abre la posibilidad de precipitar algún hito político, como podrían ser, por ejemplo, la suscripción de protocolos de compromiso para la creación de observatorios nacionales de equidad de género, de diversidad cultural, regional; acuerdos de asistencia y cooperación internacional en esas materias. También para profundizar el intercambio de científicos y expertos en proyectos conjuntos que prioricen en sus respectivos campos la variable de equidad social, que aquí se abordará y que resulta estratégica para alcanzar en Chile un mayor grado de justicia social.

Por: Ignacio Riffo Pavón, Director de Comunicaciones Encuentros Barcelona 2016