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Investigadores de la U. de Talca dan segunda vida a residuos agrícolas de la región del Maule

Utilizando desechos de molienda de maíz, entre otros, crearon un alimento para rumiantes de muy bajo costo y con diversos beneficios para el animal.

Las industrias agrícolas generan muchos residuos durante sus procesos de producción, como envases de pesticidas, plástico de empaquetamiento y desechos orgánicos. Estos últimos pueden afectar el ambiente donde son depositados, contaminando caudales de agua y/o generando focos infecciosos con ratones, moscas y olores molestos para la población.

Tratando de mitigar esta situación, un equipo de académicos de la Universidad de Talca logró darle un valor agregado específicamente a los desechos de la industria de molienda y usarlos para solucionar uno de los grandes problemas acarreados por el cambio climático en el país: la disponibilidad de alimentos para ganado.

De acuerdo a Diógenes Hernández, investigador de la universidad y director de la iniciativa, “nos dimos cuenta que habían desechos que provenían de estos procesos y que no tenían uso en la agroindustria, pero que sin embargo tenían propiedades nutricionales importantes”.

Esas propiedades eran principalmente proteína, aceites y fibras. El descubrimiento los motivó a presentar un proyecto al Gobierno Regional del Maule, donde pretendían valorizar los desechos, generar una dieta para rumiantes (que sería testeada) y presentar una evaluación técnica y económica para la implementación de una planta productiva de este alimento en la región.

Tras adjudicarse el proyecto, trabajaron por dos años. “Lo que hicimos primero fue hacer un estudio del pasto que consumían los animales del secano costero de la región del Maule, para ver su aporte nutricional. Por otro lado evaluamos la información que existe sobre alimentación adecuada para este tipo de animales para tener una dieta balanceada”, recuerda Hernández.

Con esos dos datos, el equipo analizó diferentes desechos de la agroindustria de la región, evaluando sus propiedades nutricionales y llegando a la conclusión de que mezclando desechos provenientes del aceite de oliva, trigo y maíz, se podía crear un alimento que cumplía con los requerimientos nutricionales de los animales.

Ya con la certeza de que se podía hacer algo con los desechos, el equipo liderado por Diógenes Hernández preparó tres dietas.

“Generamos una dieta económica, donde los desechos se mezclan en proporciones determinadas tal como se traían de la agroindustria. Un segundo producto se desarrolló con el mismo contenido, que se deshidrató y se procesó en una peletizadora, permitiendo que el alimento tuviese una duración más prolongada. Finalmente generamos otra dieta fermentando la mezcla inicial, que permite obtener un producto con un mayor porcentaje de proteínas y que podía ser administrado a los animales como una cápsula, con una duración aún mayor que el pellet”, cuenta.

Centros experimentales

Para probar las propiedades de estos alimentos, los investigadores crearon dos centros experimentales, uno en el sector sur y otro en el norte de la región. En ambos se seleccionaron dos grupos de animales, uno denominado de control que consumía el producto mezclado como complemento del pasto de pradera, que fueron separados de sus madres, y otro denominado “grupo testigo” que sólo se alimentaba con el pasto del predio, pero que se mantuvo junto a la madre.

“Los animales eran pesados todas las semanas, evaluando su estado de salud. En total, en los dos centros mantuvimos 40 animales experimentados, de ellos 30 eran corderos y 10 chivos, en un proceso que duro 1 mes durante la fase que los pecuarios denominan de engorda, que es previo a su venta final”, comenta Hernández.

Tras los experimentos,  el equipo de profesionales de la UTALCA descubrió que los animales alimentados con la dieta a base de residuos ganaron más peso.

Para poder evaluar la calidad de la carne, se efectuó una degustación de los corderos y chivos de los grupos de control y de prueba, al que se invitó a agricultores de toda la región, quienes comprobaron las diferencias en el sabor de una carne y otra.

“Llegamos a la conclusión que los animales que eran alimentados con nuestra dieta tenían una carne más sabrosa que aquellos que sólo consumieron pasto. Junto con esto los rumiantes ganaron más peso respecto a los que estaban sin la dieta, y en materia más técnica logramos una disminución de los ácidos grasos monoinsaturados, que son dañinos para los seres humanos en grandes cantidades”, precisó el investigador de la U. de Talca.

Con esos resultados, hicieron una evaluación técnica y económica para implementar una planta de producción en la región, pensando en algún empresario que quisiera industrializar la generación de la dieta tipo pellet. “Los números fueron positivos en cuanto a que este alimento sale más económico que los que normalmente se les dan a los animales en el secano en época de escasez de pastos, como son los fardos. Creemos que la dieta es una buena alternativa para los criadores, ya que es un producto más económico y que además mejora las propiedades de la carne”, puntualizó Hernández.

Información al alcance de todos

Toda esta información fue puesta en un libro informativo que está a disposición de la comunidad, donde se explica cómo preparar la dieta, cómo conseguir los desechos, dónde obtenerlos, cuánto cuesta y cómo almacenar el alimento, entre otros detalles.

“La dieta económica, si se deja en sacos en un lugar con sombra tiene una duración de 2 meses, el pellet puede mantenerse por más de un año y el suplemento tiene una vida útil de más de 2 años”, asegura.

El libro se publicó en Diciembre de 2016 y está disponible en las oficinas de Indap y en el sitio web www.alimentorumiantes.cl . La idea es que cualquier persona pueda acceder a esta alternativa de alimentación para animales rumiantes, especialmente considerando que una gran parte del territorio del secano costero de la región del Maule (junto con otras regiones agrícolas del país), se vio afectada por los incendios forestales de comienzos de 2017, lo cual hace aún más valiosa la iniciativa.

Por Daniela Abarca González.