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Descentralización territorial y ciencia: una discusión pendiente

Las dimensiones geográficas y territoriales de la ciencia son por lo general aspectos relegados a un segundo plano cuando se negocian y discuten las políticas públicas que la fomentan. Sin embargo, siempre han existido. La política de reinserción del Capital Humano Avanzado de Becas Chile es un ejemplo, la cual estipula que en caso que los becarios decidan quedarse en la Región Metropolitana al retornar a Chile deben trabajar por el doble de los años que estuvieron fuera. Si trabajan en regiones, el tiempo de retribución es solo la misma cantidad de años que estuvieron formándose en el exterior.

Sabemos que Chile es un país con un desequilibrio territorial prácticamente en todas laS áreas, desde las demográficas hasta las sociales, pasando por las económicas, de capacidades humanas y tecnológicas, e incluso también en la gestión del riesgo de desastres y emergencias. La ciencia lamentablemente no es una excepción.

Según las últimas estadísticas de CONICYT, en el 2015, la institución recibió 12.784 postulaciones válidas para fondos de ciencia, de las cuales 6.519 (50.9% del país) provenían de personas e instituciones residentes en la Región Metropolitana. 3.937 proyectos fueron adjudicados ese mismo año a nivel país, 2.126 (54% del total) en Santiago, por un total aproximado de 97 mil millones de pesos, o lo que es lo mismo, un 57.3% del total. En pocas palabras, siendo CONICYT el principal promotor de la ciencia en el país, casi la mitad de la ciencia en Chile se realiza en Santiago.

La configuración no cambia mucho si observamos el número de centros de investigación a nivel país, o el número de investigadores con grado de doctor por regiones. Y aunque estos indicadores pueden ser vistos simplemente como el resultado natural de la concentración de instituciones y capacidades científicas distribuidas en el país, su sola realidad tiende a retroalimentar esta centralización. Más oportunidades laborales (aunque también mayor competencia) y facilidad para establecer redes de colaboración e intercambio son algunas de las características de esta concentración que ayudan a profundizar su cuadro.

Aunque el punto no es entrar en la discusión sobre centralización versus descentralización, es inevitable. Ambos procesos tienen pros y contras, matices, y la ciencia puede o no contribuir a su agudización. Ésta es una pregunta que creo que aún no nos hemos hecho, es decir, ¿cómo las dimensiones geográficas de la ciencia pueden afectar el desarrollo equitativo y balanceado del territorio? Estas dimensiones incluyen, por ejemplo, políticas públicas en relación al Capital Humano Avanzado, la distribución territorial de los recursos públicos para ciencia e I+D, y también aquellas relacionadas al sector privado: oportunidades laborales y de desarrollo profesional, entre otras.

Creo, sin embargo, que estamos muy cerca de esa discusión cuando luego de largos procesos institucionales y de reflexión colectiva se declara abiertamente la importancia de la ciencia en el desarrollo económico y social del país, o cuando el gobierno decide darle un alto nivel político a la temática, como por ejemplo con la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Esto, porque se visibilizan los lazos entre la generación de conocimiento, innovación, desarrollo productivo, y sus efectos en la economía y la sociedad. La relación de la ciencia con el desarrollo de los países parece ser un hecho aceptado que casi no se discute, sin embargo en Chile, nos falta aún visualizar cómo la ciencia se relaciona, forma parte, contribuye, afecta, o ayuda, a disminuir o profundizar la centralización general del territorio.

Por Vicente Sandoval