badge close down-arrowdownload email facebook linkedin location mail phone searchslide-next slide-prev twitter youtube

Novedades

Juan Antonio Munizaga, el ingeniero chileno que quiere mejorar la gestión de residuos domésticos del país

Desde sus primeros años de vida, Juan Antonio Munizaga pudo observar y comprender cómo impacta en la vida diaria de las personas el mal manejo de residuos. Cuando vivía en Antofagasta, fue testigo del impacto que tenía el vertedero La Chimba -ubicado a 2,5 km de su casa- que evidenciaba una alta proliferación de moscas y frecuente mal olor por la quema de residuos. Dicho vertedero inició sus operaciones en 1966 y, de acuerdo a Juan Antonio, hasta este año seguía recibiendo residuos, con casas a menos de 200 metros de distancia.

Con el pasar de los años y durante sus estudios de Ingeniería Civil en la Universidad Católica del Norte,  Munizaga observó que el problema de raíz no era La Chimba en sí misma, sino que el mal manejo de residuos debido principalmente a la falta de una normativa adecuada y actualizada.

“Cuando iba avanzando en la carrera, el tema del reciclaje de papeles en las universidades no existía; entonces salió un fondo concursable de la federación de estudiantes de la universidad y yo postulé con un proyecto de reciclaje de papel, gané un poco de dinero para poder desarrollarlo y en 4 años junté alrededor de 5,5 toneladas de papel blanco”, cuenta el ingeniero. Sin embargo, como este tipo de acciones no eran habituales, Juan Antonio recibió más de alguna broma de sus profesores -que le decían que se fuera a hacer cosas más importantes, que eso no le iba a dar para vivir- y se enfrentó a la poca consciencia de las personas en estos temas, que aun teniendo instrucciones claras para el uso de los contenedores de reciclaje, depositaban restos de alimentos o envoltorios plásticos que terminaban por entorpecer el proceso.

A pesar de lo anterior, esto no hizo más que animarlo a perseverar y en 2007 desarrolló su tesis haciendo un estudio titulado “Prefactibilidad Técnica de un Vertedero Controlado de Alta Densidad para la Ciudad de Antofagasta”. En él, planteaba un nuevo concepto de vertedero controlado, apropiado para zonas desérticas, que innovaba con la separación de materiales reciclables en una planta de recuperación y reciclaje y depositaba los residuos no reciclables en balas de alta densidad, como los cubos de basura que aparecen en la película Wall-E. “Fue un trabajo muy de corazón, fue como una lucha del conocimiento, porque yo me tuve que conseguir todo. Incluso tuve que hacer el levantamiento topográfico de una cuenca con mi papá (…) Existía muy poca información al respecto”, asegura.

En 2008 y mientras se encontraba trabajando para el SERVIU, en el proyecto de reconstrucción en Tocopilla posterior al terremoto del 14 de Noviembre de 2007, Juan Antonio fue galardonado con el primer lugar en el II Concurso de Trabajos Científicos sobre el Tratamiento de Residuos Sólidos Urbanos UNIA/RESUR, al cual había postulado tiempo antes con su tesis. La noticia de un ingeniero de Antofagasta siendo reconocido en el extranjero no pasó desapercibida y llegó a oídos de la Intendencia de la región, la que le ofreció un puesto de trabajo para que llevara a cabo su proyecto de vertedero. “Estuve trabajando en la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo (SUBDERE) y al poco tiempo de haber empezado a trabajar, me gané una beca del gobierno español para hacer un Máster en Investigación en Ingeniería Ambiental en la Universidad de Cantabria. Así que me fui a España” afirma entre risas. Allí, pudo profundizar sus conocimientos en la gestión de residuos domésticos, conociendo en terreno cómo funcionaban las instalaciones de tratamiento y los vertederos en la región.

Aprovechando su estadía en Europa, el ingeniero participó en la Conferencia Encuentros Cambridge 2010, lo que le permitió ampliar su red de contactos. Aunque no conoció a nadie que estuviera trabajando o estudiando en la misma área que él, la experiencia lo animó a seguir trabajando. Ese golpe anímico le gustó tanto, que se convirtió en un fiel asistente de estos eventos, viajando a Encuentros Berkeley en 2011, Paris 2012 y Boston 2013. “Para mí era una inspiración ver a chilenos que estaban haciendo cosas en el extranjero, tal como yo, y luchando contra el sistema, porque el sistema va en contra de los investigadores… en vez de favorecer o apoyar a los jóvenes con ideas innovadoras, porque estamos aportando para que las ciudades sean mejores, para que la gente tenga una mejor calidad de vida y utilicemos mejor los recursos disponibles; pero no nos apoyan”.

En el intertanto, en 2010, el gobierno español le concedió una nueva beca para realizar su doctorado en ingeniería ambiental, en el cual desarrolló una Metodología para la Evaluación Integral de los Sistemas de Gestión de Residuos Domésticos. “Esta (metodología) consta de una matriz de 76 indicadores que mediante la evaluación comparativa o benchmarking, evalúa la eficacia y eficiencia de municipios y empresas gestoras de residuos. Es una metodología simple y flexible, pero que requiere la recogida de datos aportada por las entidades”, explica el chileno.

En 2013 recibió una nueva beca, pero que esta vez lo llevó a realizar una estancia pre-doctoral de 3 meses en el Instituto de Calidad del Agua, Recursos y Gestión de Residuos de la Universidad Técnica de Viena (TU Wien). Durante ese periodo, Juan Antonio pudo interiorizar aún más su conocimiento en uno de los países con la mejor gestión de residuos domésticos de Europa. Asimismo, en paralelo a su tesis doctoral, Juan Antonio decidió lanzar como un emprendimiento personal el proyecto Garbometer, que se basa en una plataforma informática que realiza evaluaciones comparativas de los sistemas de gestión de residuos domésticos.

En 2016 Juan Antonio regresó a Chile y aquí espera encontrar una oportunidad laboral que le permita poner en práctica sus conocimientos, e “investigar y desarrollar esta plataforma informática de indicadores que sirva a los municipios o empresas gestoras para evaluar, controlar y mejorar la eficacia y eficiencia de sus sistemas de gestión de residuos domésticos, así como transferir este conocimiento e innovación de países desarrollados hacia países que no cuentan con los medios técnicos ni económicos para llevarlos a cabo”, finaliza.

Por Daniela Abarca G.