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La investigación científica y la academia no están fuera de la sociedad: conocimiento para la equidad social
El impacto de la ciencia y el conocimiento en la vida social tiene un doble sentido: desde el mundo hacia la ciencia y desde la ciencia hacia el mundo.
La investigación científica y la academia no están fuera de la sociedad. Ambas tienen sin duda una labor productiva que, desde la observación e interpretación, produce hechos científicos y hechos sociales. El impacto de la ciencia y el conocimiento en la vida social tiene un doble sentido: desde el mundo hacia la ciencia y desde la ciencia hacia el mundo. La producción científica, al fin, no es inocente, sino que tiene consecuencias en distintas áreas de la sociedad, entre ellas en la problemática de la desigualdad versus la igualdad.
La pregunta por el vínculo entre conocimiento e igualdad ha ocupado gran cantidad de reflexiones. Ya en el pensamiento de Kant tenemos un ejemplo de la reflexión moderna en torno a la problemática del conocimiento, quien abrió el debate sobre la controversia continua de las ciencias del cómo se conoce y del para qué se conoce. Por lo tanto, una de las preocupaciones es propiciar una mejor comprensión del por qué es relevante pensar la equidad, no solamente desde la política pública, sino desde las reflexiones más abstractas que se puede realizar en los distintos campos del conocimiento.
La reciente publicación del libro “Conocimiento para la equidad social: pensando Chile globalmente” es el resultado de la reflexión generada en la X Conferencia Internacional Encuentros Barcelona 2016, en torno a la vinculación entre equidad y conocimiento aplicado a distintas áreas del saber. El libro entrega algunas respuestas al respecto, y se erige como un espacio de reflexión y análisis del potencial impacto que alcanza la ciencia en la sociedad y la equidad. En esta línea, reúne los trabajos y reflexiones de diversas personalidades científicas y políticas de Chile, de España y del mundo, y pretende contribuir a los esfuerzos que vinculan la generación de conocimiento e innovación con la idea normativa de equidad social.
Si bien la igualdad y la equidad son conceptos distintos en lo que refiere a su nivel y aplicabilidad, debido a que la igualdad es un principio normativo ligado a la justicia, la equidad incluye la dimensión operativa de la igualdad. Esto permite hacerla efectiva en términos institucionales y políticos a partir de indicadores observables en los distintos espacios, campos del saber y de las políticas públicas. La equidad como dimensión normativa y política se refiere a la posición igualitaria que presentan las personas, grupos o clases en el orden social en términos de acceso a bienes, servicios o derechos. Al contrario, la inequidad resulta problemática y empíricamente está anclada en diversos espacios como la educación, la salud, el salario o el país, entre otras variables que la determinan. La equidad social determina la inclusión social de las personas.
Muchos han sido los debates que buscan justificar y/o comprender la inequidad. Desde nuestra perspectiva y la perspectiva del libro, la inequidad no es simplemente diversidad, sino que es diferencia irreflexiva, y desde la perspectiva de los derechos humanos es un problema, pues esta diferencia se torna jerárquica. No existe algo así como una desigualdad original legítima, sino que es un problema que se acentúa y se desarrolla en las trayectorias de vida, en las trayectorias políticas, en la historia de la humanidad, de los países y de los territorios, entre otros. La inequidad de un país responde en gran medida a las decisiones que se han tomado en los procesos de desarrollo internos.
Con la intención de dar visibilidad a este problema, el libro está compuesto por seis capítulo en los que se reflexiona al respecto según área de conocimiento. El primer capítulo ofrece una reflexión sobre la idea de equidad social que incluye observaciones transversales provenientes de expertos en los ámbitos de la sociología, la economía y las ciencias de la educación. Entre los autores destacan el premio Príncipe de Asturias, Alain Touraine, el economista creador del Coeficiente Palma, José Gabriel Palma, la socióloga y embajadora de Chile en la OCDE, Claudia Serrano y el investigador experto en Educación y TIC, Cristóbal Cobo.
En el capítulo dos se desarrollan diversas reflexiones y análisis críticos en torno a la relevancia de la educación para un desarrollo social equitativo. Acá destaca la participación de Neil Selwyn, Juana M. Sancho, Coral Regí, César Coll, José Joaquín Brunner y Xavier Bonal.
El capítulo tres, denominado “Ciencias químicas, biomédicas y ambientales: planteamientos hacia la equidad”, presenta una serie de trabajos desde las ciencias empíricas que buscan relacionar esta generación de conocimiento empírico con la problemática de la equidad social. Destacamos el trabajo del Premio Nobel de Química 2010, Ei-ichi Negishi.
El capítulo cuarto plantea una serie de artículos escritos por los principales referentes en política científica de Chile y España. En el quinto capítulo, denominado “¿Cómo enfrentar la inequidad en el futuro? Perspectivas normativas y desde las políticas públicas” presenta, por un lado, una reflexión de la equidad como problemática de la política y, por otro lado, una reflexión que manifiesta la relevancia de la generación de políticas públicas en campos específicos del diseño institucional de los gobiernos. En este capítulo, destacamos los trabajos de la diputada del parlamento español, Irene Montero; del Primer teniente alcalde de Barcelona, Gerardo Pisarello; de los diputados chilenos, Giorgio Jackson y Gabriel Boric, además de la diputada Karla Rubilar; entre otros destacados autores.
Por último, el sexto capítulo y de cierre, denominado “Nuevos aportes para la equidad social desde la investigación”, presenta textos de investigadores e investigadoras que, desde distintas disciplinas, abordan y discuten sobre la equidad social. Los científicos y científicas insertos en las universidades, centros de investigación e innovación, organismos internacionales, al igual que en el espacio político, combinan inevitablemente o intencionadamente en su accionar elementos del saber y la sociedad del conocimiento. La tarea por tanto del investigador reside, a nuestro juicio, en hacerse cargo de esta realidad y visibilizar los elementos que emergen de este contexto. Así, es posible construir una diversidad no jerarquizada y una sociedad más equitativa para todos y todas.
Para finalizar, creemos que como investigadores e investigadoras tenemos que asumir el compromiso de que nuestra producción y trabajo científico trascienda los laboratorios y las aulas, y que llegue a la calle y genere cambios. La neutralidad del saber científico no puede perpetuar el statu quo si este genera división, marginalidad y pobreza. La ciencia debe ser activa, y sobre todo siempre debe promover la justicia y la equidad social. Debe estar conectada con la humanidad y con sus problemas consustanciales y debe entregar soluciones que día a día busquen mejorar la vida de la gente, especialmente de quienes menos oportunidades tienen.
La versión digital del libro, puede ser descargada desde acá.
Por: Pablo Rivera Vargas y Rommy Morales Olivares
Fuente: AIKA